decoració mural a la mesquita Hassan II de Casablanca

Mostra de decoració mural a la mesquita Hassan II de Casablanca, on es conjuga el millor de les tècniques artesanes de l'arabesc: l'estucament, el fresc i el mosaic

Marruecos: caligrafismo y geometrismo versus figuración

Lluís Cànovas Martí  /  8.12.2002

[ Vegeu també: [Història i política] Apuntes sobre el Magreb (2002-2004) ]

La inexistencia de una tradición pictórica en el arte islámico (donde durante años resultó totalmente ajena la pintura de tela y caballete, e incluso algunas corrientes integristas rechazan la representación de la figura humana) lleva a situar los precedentes de la pintura marroquí en los puentes tendidos por pintores orientalistas europeos (Delacroix, Fromentin, Fortuny...) que empujados por la efervescencia romántica del siglo XIX recorrieron el Magreb. A finales de ese siglo, la Nahda, en cuanto renacimiento cultural islámico que se proponía integrar los movimientos de la modernidad, allanó el terreno a una práctica pictórica autóctona que, en los comienzos del siglo XX fue muy limitada y tropezó con la tradición de rechazo social a cualquier forma de expresión individual. En los años cuarenta del período colonial, surgió una corriente de arte naïf (Ahmed Rbati, Abdesalam Benlarbi Fassi, Jilali Benchulan, Ben Allal) que tras la independencia se trasladó a algunas artes decorativas. En 1946, el pintor español Mariano Bertoutchi fundó el Instituto de Bellas Artes de Tetuán, que daría lugar a la Escuela del norte, en donde se formaron Mohamed Serghini, Saad Sefaj y Abdelkrim Ouazzani, entre otros artistas destacados. En torno a la Escuela de Bellas Artes de Casablanca, creada por Farid Belkaia al regreso de sus estudios en Europa y Estados Unidos, surgirían las figuras pioneras del arte contemporáneo marroquí: Ahmed el Cherkaoui (fallecido a los 33 años), autor en 1953 de la primera pieza expresionista abstracta, y Jilali Gharbaoui (1930-1971), quien emprendió el mismo camino al año siguiente. Entre los seguidores de esa corriente se cuentan Mohamed Kacimi, Miloud Lbied, Mohammed Bennani, Faride Belkaia..., y cuando incorpora el caligrafismo, como en los casos de Medhi Qotbi y Mustapha Boujemaoui, representa la más genuina expresión del arte marroquí contemporáneo. Este nuevo arte recibió en 1971 el espaldarazo del I Congreso de Artes Plásticas del Mundo Árabe, celebrado en Damasco, y de la Bienal Panárabe de Artistas Plásticos, celebrada en Bagdad en 1974 y en Marruecos en 1976, al tiempo que la localidad costera de Asilah se transformaba en «ciudad de las artes» con encuentros anuales que mantenían la continuidad en los comienzos del nuevo siglo. Artistas como Mohamed Melehi y Mohamed Chebaa representan el geometrismo de la tradición musulmana. En los años noventa, se esbozaba una multiplicación de las tendencias presentes. Los artistas en general, y las nuevas generaciones en particular (Abdelkebir Rabi, Abdellah Hariri, Malika Agheznay, Aïssa Ikken, Saad Hassani...), mostraban un deslizamiento hacia la figuración en menoscabo de la caligrafía, el geometrismo y las tendencias abstractas predominantes en las décadas precedentes.

En 1993 se inauguró en Casablanca la gran mezquita Hassan II, proyecto faraónico con el que el monarca alauita trataba de recuperar la iniciativa político-religiosa frente al auge integrista experimentado por el país. Emplazada junto al mar, la mezquita es una obra del arquitecto francés Michel Pinseau cuya realización tuvo que resolver los problemas derivados del afloramiento de agua en el subsuelo, no previstos en el proyecto. Con capacidad para 25.000 fieles y otros 80.000 que pueden seguir el culto en la explanada exterior, es por tamaño la segunda del islam, detrás de la gran mezquita de La Meca. Posee un minarete de doscientos metros de altura, desde donde dos focos de rayos láser señalan la dirección de aquella ciudad santa saudita. Su decoración, realizada por miles de artesanos, es un compendio del estado actual de las artes decorativas islámicas (estucos, frescos, arabescos...). En 2002 se reconocía que la obra sufría una grave patología al hundirse en el terreno por la señalada acción del agua en los cimientos: auténtica metáfora del régimen que Mohamed VI heredó de su padre.

[ Vegeu també: [Història i política] Apuntes sobre el Magreb (2002-2004) ]

Lluís Cànovas Martí, «Marruecos: caligrafismo y geometrismo versus figuración»Escrit per a Larousse 2000 (Actualización 2003) , Spes Editorial, Barcelona, 2002